Avathael andaba sin prisas por el oscuro bosque caído, apartándose de los caminos, pues lo que buscába no lo encontraría ahí.
El guerrero iba atabiado con ropajes lijeros, lo que le daba un aspecto muy diferente al que acostumbraba a mostrar con sus ropajes negros y su armadura. Tampoco llevaba la espada. Tenia todo el costado bendado.
Avathael paraba de vez en cuando para mirar arriba, a los árboles, en busca de aquella que una vez le explicó algunos de los secretos de la hechizeria, y a la que respetaba mas que a nadie en esas tierras. La buscaba para pedirle ayuda.
Ayuda para aprender a controlar la béstia que habitaba en él.
Pensó que si ella no podia ayudarle, nadie mas podria hacerlo...
Entonces llegó al sitio donde la había visto por primera vez. El pequeño montículo aún se alzaba, cubierto de los arbustos que había creado la elfa, en medio de el pequeño claro.
Avathael se sentó, como de costumbre, en postura de loto, y se concentró para expandir su mente.
Entonces intentó llamar la atención de la elfa, que esperaba que se encontrase cerca...
El guerrero iba atabiado con ropajes lijeros, lo que le daba un aspecto muy diferente al que acostumbraba a mostrar con sus ropajes negros y su armadura. Tampoco llevaba la espada. Tenia todo el costado bendado.
Avathael paraba de vez en cuando para mirar arriba, a los árboles, en busca de aquella que una vez le explicó algunos de los secretos de la hechizeria, y a la que respetaba mas que a nadie en esas tierras. La buscaba para pedirle ayuda.
Ayuda para aprender a controlar la béstia que habitaba en él.
Pensó que si ella no podia ayudarle, nadie mas podria hacerlo...
Entonces llegó al sitio donde la había visto por primera vez. El pequeño montículo aún se alzaba, cubierto de los arbustos que había creado la elfa, en medio de el pequeño claro.
Avathael se sentó, como de costumbre, en postura de loto, y se concentró para expandir su mente.
Entonces intentó llamar la atención de la elfa, que esperaba que se encontrase cerca...